martes, 3 de julio de 2007

Río Grande, un hogar lejos de casa para jóvenes estudiantes de todo el mundo


-ARGENTINA-R.C.Rio Grande-

-Esta ciudad puede estar cerca del fin del mundo o puede ser el principio, todo depende de cómo se vea. Para Ana y Tom, en cierto modo es un principio. Ellos llegaron como integrantes del Rotary Club para realizar un intercambio cultural. En el caso de Ana, desde Austria; y Tom, de Alemania. Más permisiva, menos estructurada es como ven estos jóvenes la sociedad fueguina a partir de su experiencia aquí. Cada año llegan a Río Grande estudiantes de distintas partes del mundo que buscan en Argentina tener una experiencia lejos de casa y perfeccionar otro idioma. El Sureño dialogó con dos jóvenes que llegaron a la ciudad, como tantos otros, a través del Rotary Club. Con costumbres diversas, integración y cuotas de argentinidad cuentan cómo vivieron su paso por Tierra del Fuego.Ana tiene veinte años, es de Austria y estudia Antropología en su país. En la actualidad, le faltan dos años para completar un master, el equivalente de una licenciatura. Está en Tierra del Fuego hace seis semanas para trabajar en una empresa de comercio exterior. Cuando se le pregunta cómo empezó la idea de venir a esta parte del planeta Ana cuenta: «Mi padre me dijo que conoció al señor Karplus y que estaba la posibilidad de viajar a Argentina y trabajar, y eso me encantó porque me gusta mucho viajar, escribí un e-mail al señor Karplus y él dijo que sí».El viaje de la joven es parte de un programa de intercambio entre una sede del Rotary Club en Austria y el Rotary Club que funciona en el Club Alemán de Buenos Aires. Estas dos sedes Rotary hacen intercambios de profesionales, y Ana es la séptima que viene a Argentina; antes de ella llegaron cuatro chicas y dos muchachos. El viaje es de unos cuantos meses, y los pasantes siempre trabajan en una empresa de comercio exterior que pertenece al doctor Herberto Karplus, además viajan para conocer diferentes puntos del país. En Buenos Aires, Ana, además de trabajar en esta empresa, desempeña algunas tareas en un Consulado para tener experiencia. Desde que llegó al país tuvo la oportunidad de visitar una semana Buenos Aires, tuvo varias conferencias y seminarios. Incluso tuvo un almuerzo con el ex ministro de Economía Roberto Lavagna, y un seminario especial de la situación económica argentina, ya que este tipo de aprendizaje es muy importante para su currículum. Ana explica en palabras muy sencillas cómo fue llegar de la ciudad de Buenos Aires a Río Grande: «Diferente, claro, porque Buenos Aires es muy grande y hay muchas cosas para ver, muchos lugares diferentes e interesantes. Tierra del Fuego también es muy tranquilo, pero es simpático también». A pesar del manejo de castellano, que se limita a tres meses de un curso intensivo en Austria y las semanas que lleva viviendo en el país, Ana expresa con entusiasmo lo que ha vivido hasta el momento y qué pudo apreciar del momento político que le tocó vivir las semanas pasadas: «La situación política, no sé qué puedo decir porque no creo saber suficiente como para hablar sobre la política acá. Es bastante complicada también la historia», expresa la joven.La semana próxima Ana y su guía volverán a Buenos Aires, de allí ella irá a conocer Iguazú, después tiene un mes entero de trabajo en Comodoro Rivadavia, y nuevamente de viaje a Salta y Jujuy, por último vuelve a Ushuaia.Según el doctor Karplus, quien la acompaña, este tipo de intercambio es muy buscado por ambos países debido a que para Argentina significa dar a conocer y en Austria para crear los nuevos funcionarios para dentro de algunos años. Como estudiante de Antropología, Ana no deja de ver la riqueza cultural del país que visita: «Es muy interesante la cultura Shelknam acá, pero en Buenos Aires, si bien no hay aborígenes, es muy interesante porque hay muchas personas de diferentes lugares», comenta la joven.Uno de los sitios que más le llamó la atención es La Boca, además por el hecho de encontrar muchos turistas. Pero el paseo que más disfrutó, asegura, fue subir a los colectivos en Capital y andar entre la gente: «Cuando esté de nuevo en Austria me voy a poner a analizar estas cosas, ahora me dedico a disfrutar mi tiempo acá pero no quiero pensar qué es cada cosa. Ahora sólo pienso en disfrutar el viaje sin estar analizando todo lo que veo o comparar cómo es allá y cómo es acá», comenta Ana con una amplia sonrisa. Otra es la historia de Tom. El tiene apenas 17 años, es de Alemania y estuvo en Río Grande por más de ocho meses, vive acá con una familia, va a la escuela, tiene una rutina fija muy diferente a la de Ana.«Vine acá con el Rotary, ellos me invitaron a hacer un intercambio al exterior, yo no sabía que vendría a Argentina, sólo me invitaron, y a mi me encanta viajar, conocer, saber de otras culturas, así que escribí unas palabras para ellos, quién soy y ese tipo de cosas», comenta el muchacho bastante más desenvuelto con el castellano. Ubicar un país no es una gran dificultad cuando se tiene buenos mapas, pero cuando se habla de un lugar tan remoto como Río Grande, puede llevar unos cuantos minutos: «Primero me dijeron que venía para acá», recuerda, y admite que en un principio fue un poco desalentador: «Yo pensaba que me iría a Estados Unidos o Canadá o Australia para aprender inglés, pero Argentina resultó realmente muy interesante, pero cuando me dijeron que venía a Río Grande, estuve media hora hasta que lo encontré en el mapa», recuerda hoy Tom, con humor.Antes de llegar a Río Grande estuvo en la Patagonia argentina con un grupo de cincuenta jóvenes de todo el mundo, en noviembre del año pasado durante casi tres semanas. visitaron Puerto Madryn, Ushuaia, Calafate, y San Martín de los Andes: «Fue impresionante para mí cuando fuimos a ver las ballenas en Puerto Madryn, subimos a un barquito chiquitito y yo pensaba ‘¿en eso vamos a ver las ballenas?’, porque son como mucho más grandes, y llegaron y pasaban por debajo del barco, eso fue impresionante», recuerda Tom, y asegura que es algo que quiere volver a hacer, pero con toda su familia. En febrero Tom conoció Brasil e Iguazú, otra de las experiencia que admite, lo impresionó muchísimo, y en mayo de este año visitó Mendoza, Córdoba. «La única cosa que me falta conocer es Buenos Aires, porque estuve varias veces de noche, pero siempre sólo una noche.», reclama.Acá está cursando el tercer año del Polimodal, y en Alemania aún le quedan dos años de lo que sería el colegio secundario. Esa es una de las cosas que lo llevó a descubrir algunas diferencias con su propio país: «Lo que más me llamó la atención es cómo los argentinos viven la vida, porque Alemania es muy distinto, muy estricto, muchísimas reglas, y acá es más como hacer la tuya, todos se juntan para comer el asado, lo más argentino que vi. Eso también hace que no respeten algunas reglas que para mí son muy importantes, como respetar a los padres o a los profesores en la escuela, y veo que necesitan preceptores, son personas que hacen que los alumnos respeten las reglas, como sacarse la gorra en la escuela, llevar el uniforme, no levantarse o hablar en la escuela, y para mí esas son cosas normales, no levantarse, no hablar fuerte en la clase.».Y agrega: «Cuando sabía que venía a Argentina sabía que sería como estar en otro mundo porque es completamente diferente, y al llegar me di cuenta que es así». El lugar donde Tom vive, sin embargo, no es una inmensa urbe alemana, todo lo contrario: «Yo vivo en un pueblito de cien personas, estamos cerca de una ciudad, pero ahí también son unos treinta mil habitantes», cuenta. Aunque según él la diferencia está en la forma en que se ve un pueblito alemán de pocos habitantes.Cuando termine el secundario, Tom quiere estudiar tecnologías aeronáuticas, para ser piloto o trabajar en las torres de control de los aeropuertos, al sintetizar su experiencia en este viaje expresa: «Es una experiencia para mi vida, me llevo algunas cosas de mi personalidad que no voy a perder jamás. Por ejemplo, cuando vine era muy tímido y ahora nada que ver, me llevo también unas imágenes impresionantes, tengo unos veinte Gb de fotos en mi computadora que voy a llevar para mostrar a Alemania»


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