martes, 10 de julio de 2007

Buscar en el presente un futuro, lejos de casa


-ARGENTINA-R.C.Rio Grande-

-La vida lejos de casa de una joven fueguina de 17 años. La aventura de estudiar a miles de kilómetros de la familia, los amigos y los retos a superar. Una experiencia enriquecedora a la que muchos chicos se animan. Es la otra cara de una moneda corriente en la ciudad: los estudiantes de intercambio. Pero esta vez, es ella quien se fue lejos a estudiar otro idioma, otra cultura, y una experiencia completamente única, muy lejos de papá y mamá.Ana Micaela Vázquez nació en Córdoba, a los 11 meses se mudó con su familia a Río Grande, pero hoy se encuentra a varios miles de kilómetros de la que es su casa. Tiene 17 años, y el domingo 15 de julio regresará al país, luego de once meses de vivir y estudiar en Bélgica. En Río Grande, Micaela es alumna de tercer año del Polimodal en el Colegio Integral de Educación Río Grande (CIERG): «Aquí en Bélgica, hice el último año de secundaria. Comencé en septiembre de 2006 y terminé a mediados de junio de este año. Las clases empiezan a las ocho y media de la mañana. Pero mi escuela no está en la misma ciudad en la que yo vivo», comenta la joven. La rutina es intensa y estricta, cada lunes empieza por la mañana con cuatro horas de clase, y una pausa intermedia de veinte minutos, al mediodía otros cincuenta minutos y nuevamente cuatro horas de clase por la tarde. Su intercambio es producto de una beca por el promedio que tenía ya en el colegio en esta ciudad, y parte de sus estudios también consisten en clases de francés en otra ciudad, Wavre, los martes y jueves por la tarde después de la escuela.Pero eso no es todo, asimismo la joven encuentra tiempo para dedicarse a aprender las artes del dibujo, orientado en estilo de «Bande Desciñe», más popular como comics, que resultan ser muy populares en Bélgica.Estar en Bélgica tiene, además de las conocidas, otras ventajas, una de ellas es la cercanía con ciudades que son literalmente la cuna de la cultura occidental o cuando menos, paseos mundialmente famosos. A finales de octubre del año pasado Micaela estuvo en Inglaterra conociendo Canterbury y Londres, en un viaje organizado para los estudiantes de intercambio por un grupo de jóvenes que partió años anteriores al extranjero. «También fui a Disneyland París con mi familia, y en marzo de este año estuve en Dublín. Y unos días después fui a Normandía, allí visitamos diferentes ciudades Fecamp, Entretat, Montivilliers, Bayeux, Colleville, El Monte Saint-Michel, Montormel, monumentos y lugares históricos. Por otro lado, estuve en España visitando familiares», enumera; como quien dice que anduvo por «Mardel».Pero el mejor viaje de todos, según ella, fue el que la llevó a Italia, «Lo realizamos a finales de junio de este año. Un viaje de una semana organizado por el Rotary Club. Visitamos Venecia la isla de Murano, Padova, Ravenna, Pisa, San Gimignano, Siena y Florencia», recuerda Micaela con entusiasmo.LejaníasClaro que a tanta emoción y euforia también hay que ponerle un precio, y es sin duda el de estar en un lugar con geografía, idioma y cultura diferente, entre otras cosas: «Cuando llegué, no sabía hablar francés, fue difícil al principio -admite Micaela- tuve clases de francés para extranjeros durante todo el año, lo cual fue de gran ayuda; además conocés a muchas personas de nacionalidades diferentes, después con la escuela rápidamente comencé a comprender y de a poco a poder hablar. Aprender otro idioma no tiene comparación, es una puerta que se abre y personalmente me encanta el francés, aun más que el inglés», comenta. Cuando se le pregunta acerca de la nostalgia o cómo imagina que será volver a su país, y más particularmente a la Isla, reflexiona: «La verdad no me imagino mi regreso. Voy a volver a ver a muchas personas queridas, las cuales hace un año que no he visto. Voy a volver a la escuela. Tengo ganas de ver a mi familia, a mis amigos y de volver al CIERG».Otra culturaSer extranjero en un país tan desarrollado como Bélgica es sin duda una gran responsabilidad, para esta joven el acostumbramiento parece no haber sido un problema y expresa las diferencias en la gente, la cultura, en parámetros muy simples: «No me acuerdo qué fue lo que más me llamó la atención cuando llegué, tengo la impresión que hace años que vivo acá, y ya todo me parece normal. Pero si pienso en Argentina, entonces sin ninguna duda digo las grandes casas y los lujosos autos. Si pienso en Patagonia, entonces las inmensas zonas verdes, las ciudades tan cercanas, las vías de tren que conectan todas las ciudades», expresa.Además comenta que, entre quienes la conocen en Bélgica, el saber que es Argentina y sobre todo, que llega de la Patagonia, causa algo de sorpresa: «Muchos mencionan el fútbol», aclara.«Otra cosa que me llamó la atención es que acá no hay período de recuperatorios, así que es algo normal repetir al menos una vez. Por otro lado, para aprobar basta con un cincuenta por ciento. En lo que respecta a la economía, cualquiera pensaría que acá no hay gente pobre. El nivel adquisitivo es muy superior al nuestro», agrega. Evaluando un pocoLlega el momento del balance. La semana que viene, ‘Mica’ estará de nuevo en casa, quizá le cueste acostumbrarse de nuevo al mate o las palabras graves, agudas y esdrújulas. Sin embargo, es cierto que tanto en lo físico como lo emocional no será la Micaela que dejó la Isla hace un año atrás. ¿Si el viaje la cambió en algún aspecto? «Seguro que sí, tal vez haya crecido un poco. Pero siempre es difícil autoevaluarse», reflexiona la joven.«Por un lado el viaje, los lugares que visité, las personas que conocí. Por otro lado, ya de por sí, el tiempo cambia a las personas. Y un año marca una diferencia, sobre todo cuando somos jóvenes; yo no había pensado irme a vivir al exterior. Algo es seguro, preferiría ir a vivir al norte del país y dejar la Isla grande, que en cierta forma es como ir a vivir al extranjero. Pero quién sabe, si se presentan oportunidades tal vez me vaya por algún tiempo al exterior», concluyó.«Tengo la impresión que hace años que vivo acá y ya todo me parece normal. Pero hay grandes diferencias, si pienso en Argentina, sin ninguna duda digo las grandes casas y los lujosos autos. Si pienso en Patagonia, entonces las inmensas zonas verdes y las ciudades tan cercanas»

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